(No Words... Again)
Más que debidas directamente a la desaparición de Caleta, la legendaria revista de música alternativa de los 90s que refundó el ejercicio de la crítica punzante y sin miramientos en el Perú, la concepción y la realización de una aventura como la que supuso Freak Out! fueron acicateadas por la ausencia de un medio que ocupase ese lugar vacío. Faltaba una publicación que ofreciera miradas amplias dirigidas tanto a todo un mundo nuevo -el de la música pop contemporánea- que se extendía infinitamente gracias a Internet, como a las consecuentes nuevas posibilidades para el melómano de escuchar más cosas sin necesidad de formatos físicos.
La génesis de Freak Out! se produce a inicios del ‘03. Se trazó un plan de acción que contempló no sólo el aspecto estrictamente editorial, sino también temas como el tiraje, el financiamiento, la logística de distribución, “la interna”, la periodicidad (con fechas establecidas de antemano en el calendario), etc. El proceso de gestación abarcó muchos meses, hasta que se hace la primera convocatoria de redactores para inicios de diciembre. Ese primer grupo, conformado por algunos ex Caleta, algunos en activo con 69 -a quienes no se les pidió que dejasen de colaborar en esas páginas- y escribientes de otros medios más pequeños; se convirtió en el núcleo principal del proyecto. Se explicaron los diversos flancos de éste, se recibió feedback que ayudó a clarificar puntos oscuros y que puso sobre el tapete situaciones no previstas, y se llegó a un consenso en líneas generales positivo sobre la viabilidad de la odisea. Una segunda reunión llevada a cabo en enero del ‘04 sirvió para sumar participantes y delinear el contenido del primer número. Éste salió a las calles el 25 de marzo, 10 días después de lo originalmente previsto.
No es exagerado aseverar que Freak Out! fue de los contados medios escritos, especializados en las múltiples manifestaciones del pop contemporáneo, que pueden presumir de haber nacido adultos. El equipo humano detrás contaba ya con un considerable kilometraje a cuestas. A la cabeza de éste, se hallaba un consejo editorial integrado por diez personas, lo que aseguraba una diversidad de perspectivas con que abordar cada nuevo número -no llegan a cinco, en efecto, las puntuales veces en que se vetó una reseña o un artículo. El criterio bajo el que se trabajaron los contenidos de cada entrega fue, pues, muy democrático. Y si bien hubo descoordinaciones en algunas oportunidades, que impidieron a la revista aparecer en la fecha establecida del cronograma, sólo en una ocasión el retraso generado alcanzó los quince días. Que cada nueva edición saliera cuando le tocaba, dos días después o incluso un par de días antes, dotó a “la Freaky” de una presencia constante que no sólo marcó distancias respecto de cualquier competencia; sino que asimismo la hizo atractiva a bandas y artistas locales, quienes enviaban sus producciones para cobertura o se acercaban para proponer planes de publicación conjunta.
Haciéndonos eco de nuestro gran escritor indigenista Ciro Alegría, “todo no fue derecho, porque la vida (...) tiene siempre recodos y pasos difíciles”. Durante nuestro periplo como Freak Out!, y a pesar del considerable background del que estábamos premunidos, aprendimos -muchas veces a la mala- que la mejor preparación posible no basta para prever todos los obstáculos que se permiten incordiar viajes similares. Sobre ese cúmulo de experiencias, tanto satisfactorias como perniciosas, nos levantamos y dimos cátedra (no sólo a nuestros pares). Hicimos, en resumen, camino al andar. Juntos/as: algunos/as se fueron, a veces porque esa misma vida les llevó por direcciones divergentes, y otros/as llegaron. Determinados objetivos se cumplieron -el de crear una marca con sustancial valor cualitativo asociado, el más notorio-, y el resto naufragó entre buenas intenciones. En el interín, no obstante, muchos/as sentimos que llegamos a ese punto en nuestras existencias a partir del cual las propias huellas comienzan a hacerse indelebles. Todas esas huellas son recuperadas ahora y en adelante, hasta noviembre del ‘23, para la posteridad.
Por varias razones que no viene al caso mencionar aquí, Freak Out! cumplió su ciclo y llegó a su fin. Pero nadie nos quita lo bailado. Ni la satisfacción de haber militado en un medio plural y simultáneamente principista, donde todas las voces fueron escuchadas. Un magazín en sintonía y comprometido con su propia época -se entrevistó a las nuevas hornadas de creadores nacionales y a las agrupaciones foráneas que se presentaron en directo sobre suelo peruano, se prepararon exhaustivos dossieres discográficos y temáticos, se fomentó la discusión de ideas en y con el consumidor promedio de la escena independiente, se abrieron las puertas a manifestaciones culturales convergentes como el cine, el anime, la literatura...
Hoy, que nos hallamos a poco menos de dos años de celebrar el vigésimo aniversario de Freak Out!, empezamos a subir paulatinamente todas sus ediciones para lectura y consulta en un repositorio digital organizado/propiciado/aupado por Carlos Palacios Hidalgo, responsable principal de Entes Anómicos (discográfica/fanzine/distribuidora). Hasta donde tenemos noticias, se trata del primer repositorio de una revista contracultural por naturaleza, de libre acceso para quien quiera acercarse a su legado -arca de Noé digital que, transcurridos lustros desde entonces y olvidadas algunas rencillas (sólo algunas), esperamos aliente a otros/as protagonistas de aquellos días a preservar sus respectivos aportes impresos para las nuevas generaciones de rockers/frikis/losers/weirdos locales.
Bon appetit.
Las Víctimas Del Doctor Cerebro
Más que debidas directamente a la desaparición de Caleta, la legendaria revista de música alternativa de los 90s que refundó el ejercicio de la crítica punzante y sin miramientos en el Perú, la concepción y la realización de una aventura como la que supuso Freak Out! fueron acicateadas por la ausencia de un medio que ocupase ese lugar vacío. Faltaba una publicación que ofreciera miradas amplias dirigidas tanto a todo un mundo nuevo -el de la música pop contemporánea- que se extendía infinitamente gracias a Internet, como a las consecuentes nuevas posibilidades para el melómano de escuchar más cosas sin necesidad de formatos físicos.
La génesis de Freak Out! se produce a inicios del ‘03. Se trazó un plan de acción que contempló no sólo el aspecto estrictamente editorial, sino también temas como el tiraje, el financiamiento, la logística de distribución, “la interna”, la periodicidad (con fechas establecidas de antemano en el calendario), etc. El proceso de gestación abarcó muchos meses, hasta que se hace la primera convocatoria de redactores para inicios de diciembre. Ese primer grupo, conformado por algunos ex Caleta, algunos en activo con 69 -a quienes no se les pidió que dejasen de colaborar en esas páginas- y escribientes de otros medios más pequeños; se convirtió en el núcleo principal del proyecto. Se explicaron los diversos flancos de éste, se recibió feedback que ayudó a clarificar puntos oscuros y que puso sobre el tapete situaciones no previstas, y se llegó a un consenso en líneas generales positivo sobre la viabilidad de la odisea. Una segunda reunión llevada a cabo en enero del ‘04 sirvió para sumar participantes y delinear el contenido del primer número. Éste salió a las calles el 25 de marzo, 10 días después de lo originalmente previsto.
No es exagerado aseverar que Freak Out! fue de los contados medios escritos, especializados en las múltiples manifestaciones del pop contemporáneo, que pueden presumir de haber nacido adultos. El equipo humano detrás contaba ya con un considerable kilometraje a cuestas. A la cabeza de éste, se hallaba un consejo editorial integrado por diez personas, lo que aseguraba una diversidad de perspectivas con que abordar cada nuevo número -no llegan a cinco, en efecto, las puntuales veces en que se vetó una reseña o un artículo. El criterio bajo el que se trabajaron los contenidos de cada entrega fue, pues, muy democrático. Y si bien hubo descoordinaciones en algunas oportunidades, que impidieron a la revista aparecer en la fecha establecida del cronograma, sólo en una ocasión el retraso generado alcanzó los quince días. Que cada nueva edición saliera cuando le tocaba, dos días después o incluso un par de días antes, dotó a “la Freaky” de una presencia constante que no sólo marcó distancias respecto de cualquier competencia; sino que asimismo la hizo atractiva a bandas y artistas locales, quienes enviaban sus producciones para cobertura o se acercaban para proponer planes de publicación conjunta.
Haciéndonos eco de nuestro gran escritor indigenista Ciro Alegría, “todo no fue derecho, porque la vida (...) tiene siempre recodos y pasos difíciles”. Durante nuestro periplo como Freak Out!, y a pesar del considerable background del que estábamos premunidos, aprendimos -muchas veces a la mala- que la mejor preparación posible no basta para prever todos los obstáculos que se permiten incordiar viajes similares. Sobre ese cúmulo de experiencias, tanto satisfactorias como perniciosas, nos levantamos y dimos cátedra (no sólo a nuestros pares). Hicimos, en resumen, camino al andar. Juntos/as: algunos/as se fueron, a veces porque esa misma vida les llevó por direcciones divergentes, y otros/as llegaron. Determinados objetivos se cumplieron -el de crear una marca con sustancial valor cualitativo asociado, el más notorio-, y el resto naufragó entre buenas intenciones. En el interín, no obstante, muchos/as sentimos que llegamos a ese punto en nuestras existencias a partir del cual las propias huellas comienzan a hacerse indelebles. Todas esas huellas son recuperadas ahora y en adelante, hasta noviembre del ‘23, para la posteridad.
Por varias razones que no viene al caso mencionar aquí, Freak Out! cumplió su ciclo y llegó a su fin. Pero nadie nos quita lo bailado. Ni la satisfacción de haber militado en un medio plural y simultáneamente principista, donde todas las voces fueron escuchadas. Un magazín en sintonía y comprometido con su propia época -se entrevistó a las nuevas hornadas de creadores nacionales y a las agrupaciones foráneas que se presentaron en directo sobre suelo peruano, se prepararon exhaustivos dossieres discográficos y temáticos, se fomentó la discusión de ideas en y con el consumidor promedio de la escena independiente, se abrieron las puertas a manifestaciones culturales convergentes como el cine, el anime, la literatura...
Hoy, que nos hallamos a poco menos de dos años de celebrar el vigésimo aniversario de Freak Out!, empezamos a subir paulatinamente todas sus ediciones para lectura y consulta en un repositorio digital organizado/propiciado/aupado por Carlos Palacios Hidalgo, responsable principal de Entes Anómicos (discográfica/fanzine/distribuidora). Hasta donde tenemos noticias, se trata del primer repositorio de una revista contracultural por naturaleza, de libre acceso para quien quiera acercarse a su legado -arca de Noé digital que, transcurridos lustros desde entonces y olvidadas algunas rencillas (sólo algunas), esperamos aliente a otros/as protagonistas de aquellos días a preservar sus respectivos aportes impresos para las nuevas generaciones de rockers/frikis/losers/weirdos locales.
Bon appetit.
Las Víctimas Del Doctor Cerebro